EPISODIO 9 - Voyage autour du monde de la famille LOPEZ RUBIO à bord de CABRANIA

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EPISODIO 9

EL DIARIO DE ANGELES

Nuestra próxima etapa radica en el estado de Chiapas, el estado más indígena del país, de clima y paisaje tropical, con una vegetación exuberante en unas montañas salpicadas de aldeas, donde sus gentes viven y se visten como manda la tradición ancestral, a excepción del uso totalmente extendido del teléfono Mobil, presente en los confines más inhóspitos de la tierra, donde el agua aún hay que ir a buscarla al pozo y los niños van descalzos.

Chiapas, agreste, salvaje, auténtica y olvidada. Ajena al mundo que la rodea, vive su letargo histórico entre tierras de labranza robadas a la jungla, de donde emergen, misteriosas, las ruinas altaneras de ciudades mayas, como Palenque, que cobraron gran relevancia desde mucho antes de nuestra era, para ser después engullidas, arrastrando con ellas todos sus secretos.

Con los primeros albores, Chiapas despierta perezosa al nuevo día, que promete ser cálido.
La neblina cubre el valle, otorgando un halo místico a esta tierra salvaje. El tenue sol la disipa lentamente, dejando, ante nuestra vista, un hermoso paisaje en estado puro.
Temprano, procesiones de estudiantes ataviados con sus carteras y libros de texto, bordean la carretera camino de la escuela. Mientras, los padres, machete en mano, se disponen a iniciar una dura e ingrata jornada de trabajo en el campo. Las mujeres, en actividad incesante, acarrean calderos y cubos, llevando agua de aquí para allá, como parte de sus labores cotidianas.

Tierra soberana de campesinos que aman y defienden ferozmente sus tradiciones. Cuya existencia sufre convulsionada por el arraigado sentir revolucionario y rebelde ante las injusticias de las que, históricamente, ha sido y son objeto.
En las paredes de las casas un mismo lema : "Zapata vive!!!!", en un intento de perpetuar los ideales de libertad que nadie, antes de Emiliano Zapata, supo transmitir al pueblo chiapaneco, su pueblo.
Emiliano y Pancho, Pancho y Emiliano, portavoces del sentir popular, que llevaron al pueblo mejicano a alzarse en armas contra la opresión; que lideraron la lucha por las libertades de las clases más humildes, en uno de los episodios más sangrientos de la historia del reciente país de México : LA REVOLUCIÓN.

Chiapas es historia, sufrimiento y desesperación, pero también identidad, superación y esperanza.

De camino a San Cristóbal de las Casas, nos tomamos algún tiempo para explorar el Cañón del Sumidero, en la población de Chiapa de Corzo.
Se trata de un cañón de casi 1 km de profundidad y 14 km de longitud, que fue labrado en el transcurso de millones de años por el río Grijaval, que parte de Guatemala hasta el Golfo de México.
Según cuenta la leyenda, a mediados del siglo XVI varios cientos de indios chiapanecos, después de una última batalla, prefirieron arrojarse por el precipicio antes que rendirse a los conquistadores.

San Cristóbal de las Casas es nuestro destino, ciudad provinciana que conserva su añejo sabor colonial de épocas más prósperas.
Con un trazado cómodo para el paseo, se disfruta viviendo el ambiente étnico que destilan sus calles y plazas.
Precisamente en la Plaza Mayor, delante de la catedral, hemos conocido a nuestra amiga Alicia, una vendedora ambulante de tejidos, indígena txolxil, con nada menos que quince hijos y otros tantos teléfonos móviles que lleva a buen recaudo bajo su huipil tradicional. Con una sonrisa amplia y sincera, nos muestra orgullosa su dentadura forrada casi al completo con plata, pues, como ella dice, la boca es el mejor lugar para alojar la fortuna familiar. Compartimos con ella un rato de conversación llana, nada trascendental, pero agradable y distendida.

En San Cristóbal hay bonitas tiendas de artesanía chiapaneca de calidad: tejidos, bordados, joyas de jade, joyas de ámbar (extraído manualmente con métodos ancestrales), cerámica. También hay un bonito mercado al aire libre, donde comprar artesanías, algo más baratas, aunque no de la misma categoría.

La catedral resulta curiosa, pues, a diferencia de las visitadas hasta el momento, esta tiene su fachada pintada de color ocre, con caprichosos motivos florales en estuco blanco, a modo de finos bordados. Su estilo encaja perfectamente con la naturaleza indígena de la población, más alegre y colorista.

Punto de encuentro de muchos turistas, San Cristóbal resulta la etapa previa de todo aquel que se dispone a visitar la zona arqueológica de Palenque, uno de los principales yacimientos arqueológicos mayas del país.

Por el resto, la ciudad resulta cómoda de visitar a pie, explorando sus rincones, sus casas, sus patios ocultos tras fachadas coloniales, sus iglesias diseminadas....
Una de ellas, la de Santo Domingo es la más bonita y peculiar, con su fachada principal barroca, color rosa adornada con múltiples aplicaciones de yeso blanco.

De camino hacia Palenque, nos tomamos un respiro haciendo alto en el camino en Agua Azul, con algunos de los saltos de agua más hermosos de México. Se cuentan un buen número de cascadas entre 3 y  30 m de altura, así como un rosario de charcas rocosas de hermoso e intenso color aguamarina. En muchas de ellas es posible darse un remojón para aliviar el intenso calor y la humedad propia de las tierras bajas de Chiapas, en un entorno selvático único.

De nuevo en carretera, llegamos a Palenque, uno de los centros arqueológicos mayas más importantes del país.
La ciudad de Palenque, corresponde al período maya Clásico. Se estableció en el año 100 A.C, pero tuvo que esperar hasta el año 600 D.C. para alcanzar su máximo esplendor y desarrollo. A partir del año 800 D.C. entró en un veloz declive llevó a su abandono, quedando a merced del abrazo de la jungla.

Palenque es todo lo que uno espera de un yacimiento arqueológico : es misterioso, solemne y está bien conservado. Su particular emplazamiento rodeado de selva, le concede un encanto especial.

Sus principales construcciones son : el Templo de las Inscripciones, el Palacio y el conjunto de las Cruces.

El Templo de las Inscripciones contiene en su interior la tumba del mayor y más popular gobernante de la ciudad : Pakal, que lideró el destino de los mayas durante 68 años. En la actualidad y por motivos de conservación no se puede subir a la pirámide ni visitar el interior de la tumba. Qué lástima, sin duda hubiera sido muy interesante.

El Palacio es en realidad un gran conjunto de construcciones edificadas a lo largo de 200 años y durante el reinado de diversos reyes. Se inició bajo el mandato de Pakal y, parece ser que, a pesar de su nombre, se dedicó a funciones religiosas y rituales, y no como residencia de reyes. Fueron los españoles quién lo bautizaron así asombrados por su majestuosidad.

El Conjunto de la Cruces, me gusta particularmente. Se trata de tres pequeños templos : el Templo del Sol, el Templo de la Cruz Foliada y el Templo de la Cruz, agrupados alrededor de una plaza, de altura considerable y adornados con bonitas cresterias. No sé porqué motivo. pero me resulta un rincón encantador con un misticismo especial.
Fue mandado edificar por uno de los tres hijos del rey Pakal, en vida de éste, como reconocimiento a su gran aportación y a su gran reinado.

Como colofón a la visita de las ruinas, un paseo por el museo situado dentro del recinto, que recoge una réplica de la tumba de Pakal, así como una amplia muestra de objetos encontrados durante las excavaciones. Resulta muy didáctico, interesante y ameno.

Llega el momento de dejar atrás Chiapas para ingresar en un nuevo estado, Campeche, en la península de Yucatán.
Su capital patrimonio de la UNESCO, es la ciudad de Campeche, que se descubre ante nosotros como una placentera sorpresa. Es una ciudad marítima, tranquila, limpia y relajada con un urbanismo colonial de calles adoquinadas y bellas casas coloniales de elegantes colores pastel, adornadas con molduras de yeso, delicadamente conservadas, que hacen las delicias de todos cuanto tienen la oportunidad de pasear por ella.

Antiguamente Campeche estuvo fortificada, por murallas reparadas, ampliadas y mejoradas en varias ocasiones. En una de ellas hasta el propio Vauban (ministro de la guerra y experto en fortificaciones del rey francés) asesoró cómo optimizarlas. En la época la ciudad representaba el puerto comercial más importante de la península del Yucatán, desde donde se exportaban maderas y raíces para la elaboración de tintes.
Por ese motivo estuvo sometido a los frecuentes ataques por parte de piratas ingleses, franceses y holandeses, que saquearon e incendiaron varias veces la ciudad.
Del esplendor de aquellas antiguas murallas, poco queda en la actualidad; tan solo algunas secciones, reconstruidas, y siete de los ocho bastiones o baluartes originales que aún están en pie, habilitados como museos.

En la plaza mayor, frente a la catedral, se puede disfrutar de la refrescante sombra de los árboles a la vez que presenciar un concierto de música tradicional yucateca en directo o bien divertirte observando una sesión de "lotería campechana", una especie de bingo muy típico y popular que reúne a gran parte de la población de la ciudad para ganar un dinerillo.

En la propia plaza hemos visitado el interior de una casa solariega colonial. Ha sido gratificante pasear por las estancias, bien amuebladas y acondicionadas de época, la despensa, la cocina llena de cachivaches interesantes y el patio. En la ciudad existen otras grandes mansiones, como la Casa Carvajal, bonita y distinguida.

Dejamos Campeche para ir hasta Bécal, un pequeño pueblecito donde se elaboran los muy conocidos sombreros Jipi-Japa, fabricados completamente a mano por familias de artesanos dedicados exclusivamente a ello desde hace muchas generaciones.
El sombrero es casi idéntico al archiconocido Panamá, fabricado en Ecuador. Se utiliza la misma planta, se sigue el mismo método de tejido, solo varían pequeñas diferencias en el diseño y el producto utilizado para aclarar la paja.

En Bécal se utilizan cuevas subterráneas para tejer los sombreros, pues la humedad del entorno permite trabajar el material sin que se rompa. El resultado un elegante y hermoso sombrero de flexible paja blanca, cuyo valor depende del grado de finura de la paja utilizada en su elaboración, a menor calibre, un tejido más denso y por tanto un resultado más apreciado y costoso; aquí recibe el nombre de calidad según el número de partidas (número de veces en que se divide la hoja de paja antes de tejerla).

Luís ha sucumbido ante las bondades de tan bellos sombreros y se ha obsequiado uno de calidad alta,  cuatro partidas. Resulta todo un Dandi con su jipi-japa!!!!

Con la paja jipi-japa se elaboran también bonitas y cómoda hamacas, pieza que no debe faltar jamás en ninguna casa yucateca donde se utilizan comúnmente para dormir.

Dejamos el estado de Campeche y entramos en el estado de Yucatán, cuya capital Mérida es también patrimonio de la UNESCO.

Antes de llegar a Mérida, hacemos un alto en el camino para visitar algún ejemplo de yacimiento maya de los de la ruta puuc.
La ruta puuc es un itinerario que recorre los principales yacimientos de estilo puuc, un estilo propio de la época postclásica, que se distingue por la finura y la complejidad en la decoración exterior de las construcciones, y no tanto por su majestuosidad.
El máximo exponente de este estilo es el sito arqueológico de Uxmal, pero decidimos visitar uno menos masificado y hemos escogido Kabah, más pequeño, seguramente menos impresionante, pero más íntimo por estar menos concurrido y por tanto más auténtico.

Ya en Mérida, resulta ser una gran urbe, con un corazón colonial patrimonio de la UNESCO.  A principios del siglo XX, el estado de Yucatán alcanzó un gran apogeo gracias al comercio del sisal (cuerda fabricada con henequén, una fibra natural extraída de una variedad de agave) para la industria textil. Se dice que el la primera década del siglo pasado, Mérida contaba con más millonarios por cabeza que cualquier otra ciudad del mundo. Sin embargo tanta prosperidad entró en decadencia con la invención de las fibras sintéticas ya que la demanda de sisal descendió rápidamente.

Mérida fue fundada en 1542 por Francisco Montejo el Joven sobre las ruinas de un vasto asentamiento maya. Hay que saber que la conquista completa de península de Yucatán les llevó a los españoles más de 20 años, durante los cuales andaron luchando constantemente con los indígenas, descendientes de los antiguos mayas, que se resistían a ser colonizados.

De la próspera época en que Mérida era la capital de un estado boyante, son testigos las suntuosas y elegantes mansiones de estilo europeo que bordean el Paseo Montejo. Muchas de ellas obra de arquitectos italianos, amalgaman elementos neoclásicos. En la actualidad algunas de ellas han sido recuperadas del olvido para ser reconvertidas en museos.

Otra zona destacable, es como no podría ser de otra forma, la Plaza Mayor donde se encuentran los edificios coloniales más importantes de la ciudad : el palacio Municipal (ayuntamiento), el palacio de Gobierno, la Catedral y la Casa de Montejo.

La Casa de Montejo construida en 1543 por el fundador de la ciudad como residencia de los gobernadores españoles, conserva gran parte de su elegante fachada plateresca inicial. En el interior se pueden visitar algunas de las estancias, que poco conservan de la época de su original propietario, ya que la casa perteneció a la familia Montejo durante 200 años, pero después fue vendida, pasando por varias manos que la fueron ampliando, reformando y modernizando. No obstante el mobiliario y los elementos decorativos que se exhiben dan una idea muy aproximada de la fastuosa vida de sus diversos moradores, todos ellos pertenecientes a familias acaudaladas e influyentes de la ciudad.

El Palacio de Gobierno es notable por los extraordinarios murales que adornan el patio, las escaleras y el vestíbulo de la primera planta; pintados en la década de los años setenta por el meridense Fernando Castro Pacheco, representan su visión de la historia del Yucatán desde los primeros mayas hasta el siglo XIX, dando cuenta de los acontecimientos históricos más importantes. Son realmente bellos e interesantes por su significado.

La Catedral, la más antigua de América, cuenta con el Cristo de la Unidad, el mayor de América tallado en madera. En una pequeña capilla se venera al Cristo de las Ampollas, copia de una imagen traída a Mérida después de sobrevivir milagrosamente a un incendio; se dice que la original en vez de arder, le salieron ampollas como si de piel se tratara.

Por el resto el ambiente en la plaza es el de cualquier ciudad colonial, animado y bullicioso por sus gentes, refrescante por la sombra de sus árboles, ameno y distraído por el ajetreo constante.

Otra singularidad de la ciudad es la existencia de arcos que, aislados entre las calles de la ciudad, deberían de haber servido de puertas de acceso si se hubiera completado el proyecto de enmurallar la ciudad, que jamás prosperó.

Nos despedimos de Mérida, que no nos ha cautivado especialmente, y nos dirigimos al Izamal, "El Pueblo Amarillo" como popularmente se le conoce.
Y ¿por qué ese nombre? es bien sencillo, todo el pueblo está pintado de alegre color ocre intenso.

Izamal fue, además, un importante asentamiento maya. Los restos arqueológicos se encuentran engullidos por el pueblo y es fácil pasear por sus calles, de corte colonial, y encontrarte de frente con unas ruinas mayas, así de pronto, es genial, muy auténtico.

Izamal es una fascinante combinación de vestigios mayas y edificios de la época del Virreinato de Nueva España (nombre con el que se conocía al actual México en tiempos de la Conquista).

Pero lo más espectacular del pueblo es su majestuoso convento franciscano de San Antonio de Pádua, erigido sobre el basamento de una antigua pirámide maya derruida a tal efecto, para darle al templo una posición elevada, predominante y dominante, tanto urbanísticamente hablando como simbólica y espiritualmente.

En la época de la Conquista era frecuente derruir templos o sitos de culto, así como otras construcciones de diversa índole, existentes a la llegada de los españoles, y utilizar esos materiales para edificar templos cristianos, con fin de convencer a los indígenas de la conveniencia de su conversión, al sustituir su creencias ancestrales por la doctrina católica, importada por las órdenes religiosas españolas, enviadas por el rey para imponer la cristianización en el Nuevo Mundo, a toda costa.

El convento de San Antonio de Pádua, es imponente, sobrio y majestuoso. Cuenta con un vasto atrio rodeado de claustros abiertos que conservan algunos frescos franciscanos antiguos.
El obispo Diego de Landa, instaló en el convento una imagen de la Virgen de la Inmaculada, traída de Guatemala. En seguida los indios mayas le atribuyeron virtudes milagrosas, lo que provocó que se erigiera como patrona del Yucatán.

Diego de Landa pasó a la posteridad por ser un religioso severo e incluso cruel, que quemó cientos de códices mayas, de incalculable valor histórico. Tiempo después, reconociendo su grave error, intentó redimirse escribiendo todo cuanto recordaba de ellos y todos los datos que sobre los mayas había ido recopilando a lo largo de sus años como evangelizador en Nueva España; inclusive parte de la identificación de los glifos utilizados por la antigua civilización.

El documento de Diego de Landa ha sido decisivo para la comprensión y el estudio de las costumbres, organización, conocimientos, creencias, economía ... de los antiguos mayas.

Por la noche en la plaza del pueblo han organizado una sesión de cine de verano con la proyección de una película de cine mudo de Charlot; hemos pasado un rato divertido, pues Ion no conocía a Charles Chaplin y ha disfrutado como un enano y nosotros también, viéndolo reírse a él.

Partimos de Izamal rumbo a Chichén-Itzá, unos de los mayores y mejor conservados parques arqueológicos del país, patrimonio de la UNESCO y considerado Maravilla del Mundo desde 2007.

La ciudad de Chichén-Itzá es posterior a otros grandes centros mayas como Palenque. Chichén alcanzó su esplendor en siglo XVIII, cuando otras ciudades estados del período clásico entraban en plena decadencia. Fue hacia el 1200 cuando su permanencia se vio gravemente comprometida debido a las invasiones de pueblos vecinos.

Como particularidad destacable decir que en la arquitectura de Chichén se observa una indudable presencia de elementos propios de la civilización tolteca. Existen dos teorías : una que el príncipe tolteca Kukulcán o Quetzalcóalt fue expulsado y viajó hasta establecerse en Chichén, donde importó elementos de su propia cultura. La otra teoría intenta demostrar todo lo contrario, es decir, que fue el pueblo maya de Chichén quien ejerció una gran influencia sobre el pueblo tolteca de Tula.
Sea como fuere en el área de Chichén existen grandes monumentos como : el Castillo o pirámide de Kukulcán, que es la estructura más impresionante. Su diseño corresponde a un orden astronómico con múltiples elementos que se corresponden con aspectos del calendario maya. Dos veces al año se produce una fascinante ilusión óptica en la escalinata norte, parece ser que las serpientes emplumadas que flaquean la escalinata, descienden los escalones.

Otro lugar importante es el Observatorio también llamado Caracol por sus escaleras en espiral. Las funciones de este edificio fueron las de observar los astros, a tal efecto sus ventanas están ubicadas en sus fachadas se corresponden con las posiciones de algunos cuerpos celestes en fechas cruciales del calendario maya.

También el juego de pelota es impresionante, sus grandes dimensiones, una longitud de 168 m, lo convierten en el más grande de Mesoamérica. Aún se conservan emplazados en su lugar los dos anillos de piedra por donde se debía pasar la pelota.
El juego de pelota para los mayas era más un rito religioso que un deporte. Competían dos equipos, cuyos jugadores eran considerados casi héroes por el pueblo. El juego consistía en colar por los aros situados en lo alto de la cancha, una pelota de hule macizo (goma natural) de aproximadamente 2 kg. La dificultad residía en el hecho que la pelota solo se podía tocar con las caderas, codos y rodillas. La derrota se pagaba cara, pues al capitán del equipo perdedor era decapitado públicamente. Aún y así, participar en el juego de pelota, era un gran honor para ambos equipos y un espectáculo muy aclamado por la clase gobernante, nobles y religiosos.

Otras construcciones dignas de ser visitadas son : el templo de los Guerreros y el conjunto de las mil columnas, el Convento de las Monjas, la Iglesia, y las plataformas de los Jaguares y las Águilas.

Chichén-Itzá es también uno de los yacimientos más populares y visitados del país, debido a su proximidad con Cancún. Grandes hordas de turistas inundan el área durante las dos horas que dura la visita guiada.

Un aspecto poco agradable es la masificación de vendedores ambulantes que se encuentran instalados con sus puestecillo dentro del área arqueológica. Son tantísimos, que confieren al lugar un aspecto lamentable de mercadillo de artículos artesanales, de más que dudable calidad. Sus constantes propuestas de compra y sus insistencias descontroladas, llegan a aburrir al visitante, que ha pagado una cara entrada para disfrutar de un entorno histórico único.
                                                                                                                                                                       

Dejamos atrás la maravillosa Chichén con destino a la ciudad de Valladolid, ciudad colonial sin demasiado interés, pues salvo su Plaza Mayor poco queda de la época de la conquista debido a un incendio que acabó con casi la totalidad de la ciudad.
Sin embargo nos brinda la oportunidad de gozar de tres buenas experiencias :

La primera darnos un buen baño fresquito en el cenote Zaci, que se encuentra muy próximo al centro de la ciudad.
La naturaleza calcárea del suelo de la península del Yucatán, ha provocado la aparición de un fenómeno cárstico conocido como cenote, muy abundantes en estas tierras. Constituyen cisternas naturales subterráneas en las que se acumulan grandes cantidades de agua de lluvia que filtra a través del suelo calizo. Los mayas las utilizaban como reservas de agua, pues los ciclos de sequía en el Yucatán eran frecuentes.
Las aguas del cenote Zaci  son limpias y transparentes, de un color esmeralda intenso, que permite ver los peces negros que allá viven y que se acercan para rozarte el cuerpo; su profundidad puede alcanzar los 200 m.
Permanecemos en remojo durante un buen rato, conversando los mayores, jugando los niños. Hasta que la temperatura de nuestro cuerpo ha bajado tanto, que sentimos frío y decidimos salir al bochorno de la calle para calentar nuestros huesos.

La segunda experiencia en Valladolid ha sido visitar una destilería de Tequila, donde se fabrica la popular bebida de manera tradicional y artesanal. Nos han explicado el proceso paso a paso, desde el cultivo del Agave Azul, planta de la cual se extrae, hasta las diferentes etapas de fermentación y envejecimiento : joven (sin envejecer, de color transparente), maduro (envejecido en barrica de madera durante 9 meses) y el añejo (envejecido en barrica noble durante 3 años). Por supuesto ha habido degustación al final, y que degustación !!!!.
Aunque no soy muy amante de los licores de tanta graduación, reconozco que el tequila añejo es agradable, se puede y debe tomar como un buen coñac, saboreándolo despacio y con tiempo para disfrutar todos sus matices.

La tercera experiencia en Valladolid ha sido disfrutar de una degustación de chocolate de cultivo biológico, elaborado siguiendo el método ancestral maya.
Para los mayas el cacao era la bebida de los Dioses. Su consumo se reservaba a la clase gobernante y sacerdotes que lo tomaban para festejar ocasiones especiales. Debida a su gran importancia la semilla del cacao se utilizaba como moneda en el intercambio de cacao por jade.
La receta ancestral se preparaba mezclándolo con miel, cimiente y chile, lo cual le confería un intenso sabor picante y dulzón.
En el taller nos han mostrado el proceso de elaboración de manera detallada, lo cual ha sido francamente muy interesante y por supuesto hemos DISFRUTADO de una cata de todas las variedades que preparan; todas ellas exquisitas. Para Luís que es un fanático del buen chocolate, es el mejor que ha probado en su vida. Por supuesto hemos sucumbido a la tentación y hemos comprado un poco; el precio igualmente suculento : 100 gr más de 6 euros.

Con el paladar y los sentidos reconfortados emprendemos viaje hasta Dzitnup, una población cercana, cuyo único interés es el de contar con dos de los cenotes más hermosos del Yucatán : Samulá y Xnequén.
Nos decidimos por Samulá, un enorme cenote ubicado en una gran caverna subterránea, en donde el centro de la cúpula sucumbió hace años, dejando una linterna natural que permite que los rayos de sol penetren y se reflejen en las intensas aguas de color turquesa del cenote.
El agua está fresquita, pero es tanto el calor y la humedad que hace fuera, que se agradece refrescar el cuerpo con un baño.

Terminado el baño nos encaminamos la Tulum, una ciudad muy turística situada en la costa caribeña mexicana.
A la mañana siguiente a nuestra llegada, visitamos el yacimiento arqueológico maya de Tulum. Se trata de un área de ruinas muy pequeña, que apenas si reúne una docena de edificios de poca altura y tosca arquitectura; nada que ver con los estilos imperiales de otros sitios mayas. Además estaba abarrotado de turistas estadounidenses, que pasan sus vacaciones en las playas del Caribe y aprovechan la proximidad para darle un toque cultural a su viaje.
La verdad que la multitud y el calor asfixiante no ha hecho muy agradable la visita. En mi opinión la única particularidad relevante de Tulum, es su situación al borde de un acantilado con el maravilloso paisaje del Mar del Caribe de fondo.

Al día siguiente nos dirigimos a Akumal, una pequeña población costera al norte de Tulum, con maravillosas playas de cocoteros, arena blanca y aguas de un azul sorprendente; sitio ideal para hacer snorquel y ver tortugas marinas en el arrecife de coral.

Pasamos el día en la playa disfrutando del sol y el agua. La existencia de la barrera de coral hace que las playas del Caribe sean tranquilas, sin grandes olas, ideales para el baño.

Luís a nadado mar adentro, remolcando a la espalda al pequeño Ion, que le ayudaba cuanto podía impulsándose con sus piernas. Han podido ver algunas tortugas y algunos pececillos de vivos colores.

Por la noche vamos al encuentro de María, mi sobrina, que está de viaje de fin de carrera en un complejo hotelero en la zona de Akumal. El encuentro ha sido muy emotivo y entusiasta. De acuerdo con su apretada agenda, hemos acordado recogerla al día siguiente para llevarla a cenar a un verdadero restaurante mexicano.

La cena transcurre con mucha alegría por parte de todos, que esperábamos este momento impacientemente desde hacía tiempo. De paso llevamos a María a conocer el pueblo de Akumal, para que tome contacto con el México real, pues los tours para turistas eluden este tipo de visitas.
Nos despedimos con mucha penita, pero contentos de las intensas horas compartidas.

Nosotros nos dirigimos de nuevo a la playa de Tulum, la cual, según la revista National Geografic, es una de las diez más bellas del planeta. Queremos contratar una excursión que nos lleve en lancha a disfrutar de las vistas de las ruinas desde el mar, y después a hacer snorquel en el arrecife para observar la vida animal de la barrera. Lástima que la marea estaba brava y las colonias de corales estaban llenas de plásticos arrastrados por las corrientes, era un espectáculo curioso a la vez que lamentable.
El pequeño Ion se ha portado como un campeón y ha permanecido en el agua una hora, con su propio equipo de tubo, máscara y palmas, explorando en busca de "Nemo". Ha sido una bonita experiencia, a repetir...

Tras Tulum nuestra próxima etapa es Chetumal, la última gran ciudad mexicana antes de cruzar la frontera con Belice. De camino hemos hecho una parada en la Laguna Bacalar, un gran lago interior cuyas aguas tiene un hermoso color turquesa, pero estaba lloviendo y el agua, revuelta, era más bien pardusca.

Ya en Chetumal, aprovechamos para hacer algunos arreglillos y reparaciones a nuestra Cabrania, hacer algunas compras de comestibles y poca cosa más, pues la ciudad no ofrece grandes atractivos. Eso si, Óscar,  el dueño de un taller en el que nos ha reparado varias cosas, nos invita a pasar el fin de semana junto a su familia, en una finca de su propiedad en la Laguna Bacalar. Lamentablemente el tiempo nos apremia y no podemos aceptar el ofrecimiento. Sin duda hubiera sido bonito, pero en esta ocasión no ha podido ser. Gracias de todos modos.

Con un pie fuera de México, llega el momento de echar la vista atrás y recordar todas las cosas bonitas, las experiencias buenas y malas vividas en los últimos dos meses por nuestro recorrido en tierras mexicanas.

A pesar de la incertidumbre con que empezábamos nuestro recorrido, básicamente debido a la inseguridad que se le supone al país y los grandes problemas de corrupción, violencia y crimen, afortunadamente nuestro paso ha sido tranquilo y sin incidencias, salvo el intento de soborno del que fuimos víctimas.
México es un gran país que tiene mucho que ofrecer al viajero que no tenga temor de adentrarse en sus entrañas. Riqueza natural con bellos parajes, hermosas ciudades coloniales repletas de historia, interesantes yacimientos arqueológicos de diversas civilizaciones precolombinas, playas de ensueño, tradición indígena, variada artesanía, buena gastronomía... y gentes sencillas y amables que se ven obligadas a convivir diariamente con los grandes problemas, que tanto alarman al viajero extranjero, hasta el punto de persuadirle de apostar por una gratificante visita a este mágico país.

Nuestro itinerario ha intentado ser amplio, pero no lo suficiente para abarcar los innumerables rincones maravillosos que atesora el país. Nos quedan muchas zonas que descubrir y disfrutar en nuevas aventuras ...

Viva Méjico, lindo y querido!!! hasta pronto, hasta siempre...


A nuestra salida de México, entramos en Belice de tránsito hacia nuestro próximo destino, Guatemala.

Belice lo pasamos de un tirón, deteniéndonos solo para pernoctar en Belice City. Como anécdota explicar que para acceder a la capital por la carretera principal, se atraviesa durante varios metros el cementerio municipal; tan ricamente llegas a la ciudad por una avenida franqueada de mausoleos, en lugar de frondosos árboles.

Belice es una antigua colonia inglesa, independiente desde 1981 y actual miembro de la Commonwealth;  anglófono y de mayoría étnica negra, procedente de los esclavos africanos que los ingleses  llevaron para trabajar en la extracción de maderas para tintura.
Aunque históricamente fue tierra de mayas, en la actualidad es un verdadero crisol de nacionalidades, procedencias y razas : indígenas (descendientes de mayas e indios caribes de las Antillas), criollos (descendientes de los esclavos africanos), mestizos o ladinos (descendientes de la unión de español-maya), garinagus (descendientes de la unión de africanos-caribes), indús, siriolibaneses, menonitas y últimamente una creciente comunidad china.
Os podéis imaginar el cóctel de lenguas y dialectos que se hablan, a pesar de ser el inglés el idioma oficial.
Con una red de carreteras que es un verdadero desastre, Belice cuenta además con un sinfín de cayos a lo largo de la costa y el arrecife de coral que las protege. Este es sin duda, su mayor atractivo a nivel turístico, la visita o la navegación por los cayos que bordan todo el litoral beliceño.
Por el resto Belice presenta una vegetación exuberante, propia de la zona tropical que ocupa, y en general es un ejemplo perfecto de lo que el estilo de vida caribeño representa : mucho descanso, poco trabajo, música, baile, diversión... y dejar el tiempo pasar.
Lo más engorroso de atravesar estos países es la cantidad de trámites fronterizos que tienes que gestionar y los múltiples importes que tienes que pagar en concepto de cualquier cosa : fumigación del vehículo, importación del vehículo, seguro del vehículo, tasas de entrada, tasas de salida, tasas municipales... y todo aquello que se inventen en un momento dado. En definitiva una forma, como otra cualquiera, de recaudar money a los de siempre : LOS TURISTAS!!!!!!!!!!!!!!!!!.
Dejamos Belice para pasar a Guatemala, donde nos esperan otro tanto de trámites que resolver y pagar. Por cierto, y todo ello aliñado con el siempre presente riesgo de que los agentes o empleados de turno no intenten aprovecharse del turista para cobrarle alguna cantidad extra, costumbre bastante extendida y que se conoce como "mordida", un soborno en toda regla.

Después de hora y media de papeleo ingresamos en el país por la frontera de Melchor Mencos. A partir de aquí carretera hasta nuestro próximo destino real, la zona arqueológica de Tikal, en el corazón de la selva de El Petén.

Dicen de Tikal ser la capital del Imperio Maya, aunque las últimas teorías ponen este hecho, irrefutable hasta el momento, en seria duda. Se creía que el mundo maya se inició precisamente en Guatemala y que una vez agotados los recursos en la zona, emigraron en busca de nuevas tierras, que encontraron más al norte, en la península de Yucatán y Chiapas (México).
Por lo visto el estudio de recientes hallazgos arqueológicos en el Yucatán, demuestran la existencia de asentamientos mayas, anteriores a la fecha del supuesto éxodo masivo desde Guatemala. Esto significaría que los Mayas fueron una civilización con múltiples núcleos de origen.

Sea como fuere, Tikal es uno de los más espectaculares yacimientos arqueológicos mayas. Ocupado desde el año 900 o 600 A.C., la grandiosidad de sus templos demuestra la relevancia y prosperidad que vivió la ciudad durante su período de mayor apogeo entre los años 550 a 950 D.C.
Con una población estimada en 10.000 habitantes, en pleno corazón de la segunda selva tropical más extensa del continente, después del Amazonía, la selva de El Petén.

La combinación de las majestuosas ruinas mayas con la inmensidad de la jungla que las rodea, es apabullante y sobrecogedora.
Tikal cuenta con los edificios más altos del mundo maya. De estilo sobrio, con escasas decoraciones exteriores, la grandiosidad de sus construcciones y el buen estado de conservación le proporciona un aspecto solemne que debió de ser la admiración de sus habitantes, aunque también el respeto y temor hacia sus gobernantes, artífices de tan mayúscula obra de arte.

La plaza central del conjunto resulta armoniosa. En ella destacan los imponentes templos 1 o Templo del Jaguar y el templo 2 o Templo de las Máscaras, situados uno enfrente del otro. El templo 4 es el más alto con 70 m. Se alcanza la cima después de subir un montón de escaleras, con un calor sofocante. Cuando por fin llegas al final, las vistas son tan maravillosas que bien valen el esfuerzo. La hermosa selva del El Petén, literalmente a tu pies, pues el Templo 4 sobresale del denso follaje de los árboles y ante ti el Templo 5 que también emerge de las oscuras fauces de la selva, desafiante y eterno. Es una experiencia mágica.

La noche previa a nuestra visita a Tikal hemos dormido dentro del recinto arqueológico y ha sido muy interesante, pues durante la noche se escuchaban los sonidos de la selva con toda claridad : monos aulladores, tucanes y otros habitantes que no sabría definir, pues también hay ocelotes y jaguares, entre otros.

Después de Tikal nos hemos acercado a la isla de Flores, en el lago Petén Itza. Es una población sin ningún interés especial, salvo su situación en el lago que le concede hermosas vistas sobre el mismo y la posibilidad de un buen baño. Flores dispone de aeropuerto internacional lo que la convierte en el mejor punto de partida para una visita a Tikal. Eso explica los numerosos hoteles, restaurantes y bares turísticos que se encuentran a lo largo del malecón.
El futuro de Fores resulta más bien incierto, pues al igual que le ocurre a Venecia, se está hundiendo en las aguas del lago, cuyos niveles no dejan de subir alarmantemente inundando calles y obligando a la evacuación.

Próxima etapa, la siempre encantadora Antigua. Ante nosotros un largo trecho por carreteras guatemaltecas, que, aunque no son una maravilla, en general parecen mejor que las mexicanas... al menos no hay tantos "topes" !!!!

Llegamos a Antigua Guatemala o Santiago de los Caballeros, fundada en 1543 que fuera durante 230 años la capital de la Capitanía General, nombre que recibía el reino de Guatemala en época de la Conquista. Su situación geográfica en una zona terriblemente azotada por terremotos y rodeada por tres grandes volcanes : Agua, Fuego y Acatenango, ha hecho que la ciudad haya estado sometida en muchas ocasiones por fuertes temblores que obligaron a trasladar la capital del país a la actual Ciudad de Guatemala.
El terremoto de 1773 fue especialmente fuerte y dejó la ciudad prácticamente reducida a escombros. A nivel arquitectónico es difícil definir la cronología de las construcciones y monumentos, pues han estado sometidas a constantes reconstrucciones y reparaciones. Paradójicamente dicho seísmo y el consecuente traslado de la capital, contribuyeron a preservar la ciudad de una evolución que probablemente le habría hecho perder su esencia.

Patrimonio de la UNESCO, la mejor manera de descubrir la ciudad y todos sus tesoros, no son las visitas propiamente dichas, sino los paseos, que dan ocasión de desvelar los misterios de sus amplias calles adoquinadas, jalonadas de bellas casonas coloniales estucadas en lindos colores, repletas de vendedoras ambulantes de artesanía, ataviadas con sus curiosos trajes típicos.

Existen muchos templos en ruinas, que se han conservado en el estado en que quedaron después de los temblores. La mayoría se pueden visitar para apreciar lo poco que queda de su antiguo esplendor. En alguno de ellos se conserva parte de las fachadas, ricamente ornamentadas, de estilo barroco.

Un edificio hermoso es el actual museo de Arte Colonial que ocupa el edificio de la que fuera Universidad de San Carlos Borromeo, la tercera en importancia en todo el continente, después de la de Lima (Perú) y Ciudad de México (México).

Un bonito paseo consiste en ascender hasta el Cerro de la Cruz.  A través de un largo, pero cómodo, tramo de escaleras que te llevan hasta la cima del montículo, desde el que se disfruta de una bonita vista tanto de la ciudad como de los imponentes volcanes que le sirven de telón de fondo.

En Antigua hemos tenido ocasión de saborear delicioso chocolate, aromático café, apreciar bellas joyas en jade, en alguno de los pocos talleres que aún quedan para trabajar la más apreciada de las posesiones para los antiguos mayas, que no valoraban el oro ni la plata, sino el jade, como máxima expresión de poder y riqueza.

La Plaza Mayor es una verdadera maravilla, rodeada de bonitos soportales con pilares de piedra o madera, y acogedores jardines donde descansar y disfrutar del ambiente de la ciudad. Los edificios más importantes de la ciudad se reúnen alrededor de la plaza : el ayuntamiento, la catedral (en 2/3 partes destruida y no reconstruida) y el palacio de la Capitanía (gobernación de la ciudad).

El mercado municipal es un hormiguero que rebosa actividad, con gentes que van de aquí para allá cargadas con pesados fardos, puestos de todo tipo de artículos : fruta, verdura, utensilios, telas, ropa, zapatos, libros, juguetes, discos... imposible no encontrar sea lo que sea lo que se busca, eso sí, con paciencia, pues es tal la densidad de puestos y de productos expuestos, que te vuelves loco mirando a un lado y al otro.

Cerca del mercado se encuentra el "parqueo" (parking) general de las tradicionales "guaguás", antiguos autobuses escolares norteamericanos, que una vez fuera de servicio en USA, son traídos a Guatemala y otros países latinoamericanos para ser utilizados como transporte público.
Cargados hasta la bandera de bultos y pasajeros, hasta el punto de ir literalmente colgados fuera del bus, su aspecto es muy singular y vistoso, pues en Guatemala sustituyen el tradicional color amarillo de los "scool bus" por bonitas decoraciones de vivos colores y brillantes adornos cromados.
Si circulas cerca de alguno de ellos, es mejor no hacerlo detrás, pues desprenden densas humaredas negras que te dejan sin visibilidad y sus conductores son bochornosamente inconscientes y temerarios.

Termina nuestra visita a Antigua y nos dirigimos a Chichicastenango o "Chichi" como popularmente se conoce a la capital del departamento del Quiché.
Con una presencia indígena mayoritaria, el 95 % de las mujeres van vestidas con los trajes tradicionales y transportan a bebés y bultos envueltos en coloridos fardos cargados a la espalda. También algunos hombres van ataviados con las vestimentas de antaño, pero son muchos menos.

Llegar hasta Chichi resulta verdaderamente difícil, pues la carretera presenta una pendiente de más del 25 %, con muchísimas curvas cerradas y cantidad de "fitipaldis" al volante de cafeteras con motor.
Pero la aventura vale la pena para disfrutar de un bonito paisaje y de uno de los lugares con más sabor y más auténticos que, como turistas, podemos visitar sin salirse de las rutas más frecuentadas.

Las dos atracciones del pueblo son su iglesia parroquia y el "MERCADO", sí, sí, con letras mayúsculas, pues es un gran acontecimiento que se celebra todos los jueves y domingos y que reúne vendedores y compradores de toda la comarca en un frenesí de intercambios sin precedentes.

Empezaremos hablando de la iglesia parroquia de Santo Tomás, la gran escalera de acceso al templo, cubre un antiguo lugar de culto indígena donde, aún actualmente, los sacerdotes o chamanes queman incienso en el pequeño altar de piedra instalado en su base.
La apariencia del interior y la atmósfera que en él se respiraba, me ha sorprendido y conmovido a la vez.
Consiste en una única nave, de altura media, cuya techumbre de madera deja pasar la luz del día.
Las paredes encaladas en blanco realzan el color oscuro, casi negro, del altar mayor y de los dos altares laterales. A lo largo del pasillo central, quedan dispuestos varios pequeños altares de madera, donde los creyentes realizan ofrendas de velas, flores, incienso y maíz.
Todo ello rezuma misticismo y sincretismo religioso: las creencias católicas impuestas por la fuerza de manos de las diferentes órdenes de religiosos enviados a cristianizar las Américas, con los antiguos ritos y cultos indígenas, que jamás fueron abandonados completamente, sino que se fundieron en cierto modo y se continuaron practicando más o menos en secreto.
Pero lo que más me ha cautivado ha sido el estado de conservación de la iglesia, que era muy natural, muy humano, presentaba los signos propios del desgaste derivado de un uso continuado e intenso; lo que, por otra parte, cabrería esperar de otros templos, si estos fueran realmente y no que muy a menudo parecen recién construidos, a juzgar por su aspecto reluciente e impoluto a pesar de los siglos.

El mercado de "Chichi" es un mundo a parte. Qué despilfarro de color inunda la plaza frente a la iglesia y las calles aledañas. Gente por doquier, ventas y más ventas, regateos, tratos, intercambios, humos, olores, comida, y mucha, muchísima actividad. Es sin duda el mercado más dinámico y caótico que hemos tenido la ocasión de visitar hasta el momento.
Lo que no encuentres en el mercado de Chichi, es que simplemente no existe.
Además, y por si fuera poco, existe una tradición que consiste en que los pueblos de los alrededores que quieren ser bendecidos, solicitan de la parroquia de Chichi que les presten al Santo Tomás por unas horas. Si los parroquianos acceden, el Santo sale en procesión de la iglesia hasta el pueblo que ha menester de sus favores. Todo un espectáculo ver al santo sentado en un trono engalanado, a hombros de unos costaleros, que lo llevan en peregrinación por mitad del mercado. Todo esto aderezado con un intenso olor a incienso, humo de velas y montones de flores. Casi nada!!! ha sido una experiencia genial y una coincidencia casual.

En Guatemala son excepcionales sus tejidos y bordados, elaborados a mano, en telares de cintura o de pie. Los hay de todo tipo, con variedad de motivos que van desde los florales a los animales y los geométricos. Todos los motivos tienen una simbología ancestral que se remonta a tiempos de los mayas, y se utilizan de manera distinta. Se emplean, sobretodo, para confeccionar los "huipiles", blusas femeninas tradicionales, con las que se visten la mayor parte de las mujeres.
La elaboración de un huipil nuevo puede representar nueve meses de trabajo y un costo de hasta 5000 quetzales, algo así como 500 euros. Las mujeres se los bordan personalmente y los conservan por muchos años; después, cuando quiere cambiar, vende el suyo para obtener el dinero que les permita comprar los  hilos para elaborar uno nuevo. Así pues, la casi totalidad de los huipiles que puedes encontrar en los mercados y tiendas del país, son usados. Hay que decir que si es cierto lo que te dicen, algunos de ellos pueden tener una antigüedad de 20 años y aún lucen espléndidos colores y un estado de conservación excelente. Y os preguntareis, ¿quién compra los huipiles usados? tienen dos salidas comerciales posibles : o bien son adquiridos por aquellas mujeres que no son capaces de bordarse el suyo propio, y que no disponen de medios económicos para pagar uno nuevo, y últimamente se les está dando salida reciclando las telas para confeccionar hermosos bolsos, cinturones, carteras, zapatos y tapetes.

Chichicastenango es también conocido por que en esta localidad se encontró el "Popol Vuh" una de las obras maestras del patrimonio literario universal, manuscrito escrito por el padre dominico Francisco Ximénez, que tradujo de la memoria oral en quiché al español, las leyendas sobre el origen del hombre y el universo según la mitología maya.

Otra particularidad de Chichi y en general del país entero son sus cementerios. Son verdaderas ciudades, llenas de mausoleos en forma de pequeñas casitas de obra, pintadas de vivos colores. Cuando se divisa de lejos no llegas a darte cuenta de qué se trata en realidad, pues es poco habitual ver un camposanto tan alegre y .... divertido, acostumbrados como estamos a la solemnidad de nuestros cementerios.
En ellos, a menudo, los chamanes realizan ceremonias y rituales indígenas por encargo, en donde se quema mucho alcohol y velas. Nosotros hemos tenido la ocasión de presenciar discretamente uno.

Abandonamos la capital quiché para trasladarnos al Lago Atitlan, un lago que ocupa un antiguo cráter, de 600 m de profundidad, rodeado actualmente por cuatro volcanes : Atitlán, Tolimán, San Pedro y un volcán en formación el Cerro de Oro.
El paisaje del lago es fantástico, con un espectacular decorado de fondo de grandes y desafiantes montañas de más de 3.000 m. Sus orillas están salpicadas de pequeños pueblos indígenas que viven según las tradiciones ancestrales y basan su economía en la agricultura y la elaboración de artesanía, sobretodo textil y tallas de madera.
El más importante de esos pueblos es Santiago Atitlán, núcleo de resistencia india durante los tienta años de guerra civil que azotó Guatemala, que vivió y en cierta manera vive, una gran represión presente en la vida de las comunidades, marcada, por otra parte, por una fuerte actitud religiosa.

No existe ninguna carretera que rodee el lago, razón por la cual el uso de lanchas es imprescindible para trasladarse de un pueblo a otro.
Nosotros tomamos Panajachel, "Pana" como campamento para nuestra particular exploración del lago.
"Pana" es un centro turístico que ha perdido gran parte de su encanto tradicional, por la gran afluencia de turistas que inundan sus calles anualmente. En la actualidad se trata de un enjambre de puestos de artesanía ambulante, tiendas, bares, restaurantes, agencias de viajes, hoteles... destinados a satisfacer todas las necesidades del turista, tanto nacional como extranjero.

Casualmente en un viaje en lancha por el lago, hemos conocido a Claudia y Gustavo, una pareja de argentinos, afincados en Ibiza, que se dedican a la venta de artesanías en la isla y que están en Pana de negocios, pues tienen un taller de elaboración de bisutería artesanal con mostacilla (pequeñas bolitas de cristal de muchísimos colores) en Santiago Atitlán.
Hemos compartido con ellos un día, en el que nos han llevado de paseo hasta Santa Catalina Palopó, otro de los pueblos a la orilla del lago. Ha sido muy agradable y les agradecemos el tiempo que nos han dedicado cariñosamente. Nos despedimos con la promesa de volvernos a ver...

Continuamos ruta y dirigimos nuestros pasos a la ciudad de Quetzaltenango "Xela", segunda ciudad del país y su encantador entorno de campos de cultivo de hortalizas.
La ciudad en si no dispone de ningún interés histórico, se trata más bien de una gran urbe carente de cualquier atractivo : ni es colonial ni es moderna, es un pueblo grande.
Por contra, los abruptos valles que la envuelven, es la huerta del país, repleta de campos de cultivo que se encaraman en las empinadas paredes del valle, donde se cultivan hortalizas y verduras que nutren los mercados nacionales. Uno de los más presentes es el del café, tan apreciado mundialmente, y el de la caña de azúcar.

Antes de llegar a Xela, hemos hecho una parada en San Andrés de Xecul, una pequeña población donde encontramos una curiosa y peculiar iglesia, cuya fachada pintada de amarillo chillón, está profusamente adornada con esculturas de yeso esmaltadas, de grandes angelotes y santos, flores y frutas. En realidad no es que sea muy bonita, pero no se le puede negar que es muy indiscretamente vistosa.
Lamentablemente, en esta población hemos sido víctimas de un nuevo intento de soborno y abuso de autoridad por parte de un alto funcionario de la municipalidad, nada menos que el juez municipal para asuntos de tránsito. Todo el embrollo ha terminado con un buen disgusto, una bronca considerable y una denuncia ante el INGUAT (ministerio para el turismo).
Por suerte, aunque al principio tuvimos que pagar la cantidad demandada por el individuo, conseguimos con perseverancia, argumentaciones justificadas y, como no amenazas, que nos la devolviera íntegra y públicamente de "su propio bolsillo", ante las miradas curiosas de la policía y otros que se habían convocado a nuestro alrededor. Qué vergüenza y que indignación !!!

La responsable del INGUAT en Quetzaltenango, Ana, ha sido muy diligente y comprensiva; se ha mostrado muy interesada en el incidente y sinceramente avergonzada por la actitud de un compatriota; tanto era su bochorno que nos ofreció el parking de su propia casa para pasar la noche.
Le agradecemos el ofrecimiento, pero nos basta con saber que se va a encargar de cursar la demanda personalmente ante el alcalde del pueblo, al que se va a desplazar al día siguiente. Seguiremos en contacto con Ana para tener noticias de como fue recibida la denuncia... Deseamos que el juez chorizo reciba un buen escarmiento que le quite las ganas de volver a sobornar a nadie.

El mal momento pasado, no nos ha restado ilusión por celebrar el quinto aniversario de Ion. Hemos comprado en Quetzaltenango una deliciosa tarta, con una bonita vela, globos y algunos regalillos que teníamos guardados desde hace algunos días. Aunque en la intimidad, hemos disfrutado de la fiesta y el Peque ha estado muy contento.
Nos queda pendiente reventar la piñata en forma de estrella multicolor que llevamos en el maletero desde principios de enero y que compramos con mucha antelación en México. Esperaremos hasta encontrar algún lugar donde compartir la fiesta con otros niños, así será más divertido...

La última visita la reservamos para Palín, una pequeña población cuya mayor interés es la ceiba centenaria o milenaria que ocupa la totalidad de su plaza. Ya presente desde antes de la Conquista, extiende sus ramas formando una cúpula de magnífica sombra.

A partir de ahora nuestro mayor interés es el de llegar lo antes posible a la frontera de Honduras, pues nuestra etapa en tierras guatemaltecas toca a su fin.

Guatemala es sinónimo de alegría, sus gentes son afables y siempre tienen una bonita sonrisa que regalarte (por cierto aquí también está muy extendido el uso de la ortodoncia con metales como más brillantes mejor, tanto en mayores como entre los jóvenes).
El "teco", como se les conoce en Centroamérica, está siempre dispuesto a ayudar al extranjero, y se muestra curioso por averiguar todo cuanto puedan sobre ti, con preguntas directas y sencillas sin malicia ni mala intención; dan rienda suelta a su curiosidad, pues pueden conversar contigo sin el obstáculo del idioma. A diferencia de los mexicanos, que no aprecian demasiado a los españoles, pues aún se muestran resentidos por los años de colonialismo, los tecos parecen tener bien asumido su pasado colonial y prefieren hablar en español por la fluidez de la conversación.

Son grandes comerciantes, y el regateo está bien arraigado en todas las transacciones, siendo ellos mismos los que inducen al juego, mucho antes de que tú ni siquiera lo sugieras.

Pese a que el país no tiene demasiada buena prensa a nivel de seguridad, nosotros no hemos tenido ningún mal encuentro, afortunadamente. También es cierto que los controles policiales y del ejército son frecuentes en las carreteras. Una buena recomendación es evitar la capital, Guatemala ciudad, que es la mayor urbe del país y en donde la seguridad puede verse seriamente comprometida; de todos modos no es una ciudad colonial, ni demasiado antigua, por lo que no reviste mayor interés. Otra recomendación importante es evitar conducir de noche, pues los atracos están a la orden del día.

La corrupción es un mal endémico en Guatemala y en el resto de países Centroamericanos, incluido México, como hemos podido comprobar en nuestras propias carnes. La "mordida" o soborno es un cáncer con el que los ciudadanos de a pie deben convivir a diario, muy a su pesar.

Mi anterior visita a Guatemala fue hace catorce años, recién terminada la guerra civil que duró nada menos que treinta interminables años, durante los cuales se cometieron gravísimas atrocidades contra la población civil, indígena sobretodo, y que sumieron al país en un estado militar de miseria y devastación.
El panorama por aquel entonces era el de un país con ganas de salir adelante, carente de infraestructuras turísticas, de comunicación y una población en constante estado de alerta. Los pocos turistas que se atrevían a viajar hasta tierras guatemaltecas, se encontraban con un país carente de todo, que veía en el turismo una posible fuente de riqueza para salir de tan lamentable situación y prosperar para superar los efectos de la guerra.

En la actualidad el país parece haber superado el terror, dispone de una red de carreteras aceptable y la vaca del turismo se ordeña hasta la extenuación. Algunos de los destinos más populares, están claramente sobreexplotados y esto provoca un nivel de precios en constante alza, que no se corresponde en nada con la realidad del país.

Al salir de México imaginábamos que el nivel de vida en Guatemala debía ser supuestamente más bajo, la realidad a sido todo lo contrario : comprar en un mercado de Guatemala, el costo de las entradas a las atracciones culturales, comer un plato del día, comprar artesanía... resulta más caro que en México.

A nuestro entender, México cuenta con mayor experiencia y tradición turística y por tanto ha podido comprobar que abusar en la explotación turística,  acarrea graves consecuencias, pues el turista no quiere ser engañado y dispone de infinidad de destinos igualmente interesantes donde obtener mejor atención a un precio razonable.
Guatemala aún no goza de suficiente tradición turística, y se encuentra en un momento de plena expansión en el que la sobreexplotación abusiva puede provocarle un colapso. Deberían de aprender de los errores de sus antepasados mayas, que se vieron obligados a abandonar algunas de sus majestuosas ciudades-estado a consecuencia del agotamiento de los recursos....


Tras poco más de hora y media de trámites fronterizos para salir de Guatemala y entrar en Honduras, nos encaminamos hasta Copán Ruinas, la población más próxima al sito arqueológico maya más importante en tierras hondureñas y uno de los más conocidos del mundo : Copán, patrimonio de la UNESCO.

Copán Ruinas carece de interés específico, no deja de ser una pequeña población que ha ido creciendo gracias al turismo atraído por el yacimiento.

En Copán se conocen vestigios humanos que se remontan a 1.200 años A.C., aunque los mayas no se asentaron en estas tierras hasta el 200 D.C. El máximo auge de la urbe maya se vivió entre el 400 y el 900 D.C. Después fue abandonada posiblemente por el agotamiento de los recursos, dado la gran población que llegó a alojar.

A diferencia de otras grandes ciudades, la particularidad más destacable del yacimiento, es la gran calidad escultórica de sus estelas. Las estelas son grandes lápidas de piedra colocadas verticalmente, en las que se esculpía la imagen de un monarca en la cara principal, y grifos que describían los antepasados del propio rey en las caras laterales y posterior. No tenían finalidades mortuorias, sino que se trataba de un reconocimiento a la labor de un gobernante.
Ante cada estela se solía colocar un altar donde se ofrecían ofrendas, regalos y, quizás, ... sacrificios.

Las estelas de Copán están ubicadas en la Plaza Principal o de Ceremonias, plantadas en el suelo como un bosque escultórico.
Realmente son únicas, pues no encontrarás estelas de esta categoría en ninguna otra ciudad maya. Son dignas de admirar y bien merecen la visita.
De entre los dieciséis monarcas que tuvo Copán, el más conocido  fue 18 Conejos, al cual están dedicadas muchas estelas en el recinto.

Otra atracción destacable es la escalera de los glifos, el mayor jeroglífico del mundo maya. Lástima que tan solo se ha descifrado su contenido en parte, pues no se conoce el significado de todos los glifos mayas.

El emplazamiento de Copán en un bosquecillo repleto de pájaros tropicales, hace la visita más interesante y amena si cabe. Además senderos temáticos te van identificando los árboles que te salen al paso, y explicando sus propiedades curativas o bien su significación para los mayas. Así hemos podido observar ceibas, árbol sagrado maya, cacao, hule (con el se fabricaba la pelota del juego de pelota maya), árboles destinados a la curación de infecciones varias...

Hemos tenido el placer de conocer a Mauricio, guía en inglés de Copán, que ha conectado muy bien con Ion, pues le recordaba a su propio hijo, y lo ha colmado con regalos de manera totalmente desinteresada y muy cariñosa : un colgante de tortuga de jade violeta, una pluma de guacamaya, una piedra de cuarzo puro y una estatuilla maya (reproducción en barro). Nos hemos intercambiado las direcciones pues ha resultado muy agradable charlar con Mauricio y nos complacería enviarle una camiseta de Andorra a su hijo Junior Mauricio.

Otro guía, Saúl, el día de nuestra llegada a Copán nos procuró un lugar para pasar la noche de manera segura, pues el cámping donde pensábamos hacerlo está actualmente cerrado. Intercedió por nosotros y todo ello de manera desinteresada, pues al día siguiente cuando nos dispusimos a visitar las ruinas, no pudimos contratarle como guía porque ya había sido contratado por otro grupo.

De continuar así, nuestra llegada a Honduras ha estado bendecida con encuentros casuales con amables, y desinteresadas hondureños (algo poco habitual por estas tierras americanas, pues ante cualquier favor siempre está la sospecha de esperar alguna recompensa económica a cambio).

Tomamos la carretera con destino Santa Rosa de Copán la cuarta ciudad en tamaño del país. La ruta está en tan mal estado de conservación y el tráfico de caminotes tan denso que los escasos 150 km se hacen interminables y muy penosos.
Llegamos a Santa Rosa tarde, casi de noche, cosa poco aconsejable cuando uno tiene que procurarse un lugar donde aparcarse para pasar la noche, que sea lo suficiente amplio, dadas la dimensiones de nuestro "carro", seguro, bien nivelado, con un poco de sombra... Total que hay que procurar llegar con antelación suficiente para buscar una plaza con todas esas condiciones.
La ciudad o más bien pueblo grande, ha resultado ser casi inaccesible para nosotros. construido en lo alto de una loma, sus calles estrechas, mal empedradas y con unas cuestas de infarto.
Intentamos aparcar en la plaza de la catedral, frente a la comisaría de la poli, que suele ser un buen lugar. Un poli muy amable nos intentó ubicar, pero luego apareció otro y nos envió a otro lugar, cerca de un parque, en una zona más amplia donde también se ubica una comisaría.
Después de mil vueltas conseguimos dar con el lugar, la comisaría sí, pero vacía casi siempre. Preguntamos a una pareja que estaba paseando su opinión sobre pernoctar allá y nos lo desaconsejaron totalmente. Por contra nos ofrecieron gentilmente aparcarnos delante de su casa que está vigilada, y nos ofrecieron amablemente utilizar su baño, llenar de agua, o simplemente estar a nuestra disposición para lo que se nos ofreciera.
Aceptamos muy agradecidos su propuesta, a pesar de que la calle estaba sin asfaltar (poco importante) pero la pendiente era espantosa y hemos dormitado, porque no dormido, de cualquier manera.

Para las caravanas o autocaravanas es muy importante estar de nivel, porque sino los cajones no se abren o no se cierran, los armarios otro tanto, en el hornillo de cocinar no se mantiene nada derecho y resulta difícil hasta mantenerse en pie; la situación es similar a la de estar en un velero.

De nuevo somos objeto de una acción humana generosa y desinteresada; nos sentimos muy afortunados por recibir tantas atenciones de la mano de hondureños hacía desconocidos como nosotros.

A la mañana siguiente, temprano, abandonamos nuestro "bivouac", dejando una nota de agradecimiento y nos encaminamos a Gracias, uno de los pueblos más antiguos de Honduras. Ante nosotros unos 50 km de lastimosa carretera.

Visitamos la villa, que no presenta ningún atractivo especial, y por la tarde decidimos ir a darnos un bañito a unas pilas naturales de aguas termales.
Ha resultado un acierto total, el lugar en plena naturaleza consta de varias piscinas de piedra, conectadas entre ellas, de limpia i cristalina agua termal a 35º. El lugar es muy frecuentado por los lugareños, dispones de vestidores, baños y restaurante.
Habían muchas familias que estaban pasando la tarde de domingo como nosotros. Para Ion ha resultado fácil compartir juegos y diversión con otros niños y mientras Luís y yo hemos conversado fluidamente con Oscar y su esposa, una pareja de hondureños adorables, buenas personas, sencillos y con muchas ganas de conocer y compartir. El resultado una tarde maravillosa para todos y tres horas de baño termal...

Continuamos camino, nuestra intención era visitar La Campa una pequeña población de la Ruta Lenca, pero el deplorable estado de la carretera, una pista de tierra y piedras, nos ha persuadido.
La etnia indígena más presente en Honduras son los Lencas. La Ruta Lenca recorre varias de estas comunidades, que se dedican a la elaboración de una bonita cerámica muy particular por sus colores blanco y negro.

Así pues "carretera y manta" pasamos por otras poblaciones, La Esperanza, Siguatepeque, Camayagua y La Paz pero sin detenernos demasiado tiempo.

Nuestra siguiente parada es en Valle de los Ángeles, una bonita población cercana a la capital, emplazada en un hermoso valle de pinares.
El pueblo resulta ser de lo más agradable, con una simpática plaza, sombreada, tranquila y muy colorista. Sus gentes son amables y nos dan su mejor bienvenida, invitándonos a disfrutar de su comunidad.
Valle de los Ángeles se ha convertido en un centro artesanal de los más representativos del país, donde se exhiben muestras de artesanía de cualquier zona de Honduras.
Como no podía ser de otro modo, nos han seducido las piezas de cerámica lenca, de las cuales hemos comprado alguna cosilla. Después de tomar un buen almuerzo en un restaurante de comida "catraca", como se les conoce familiarmente a los hondureños, nos encaminamos a la frontera con Nicaragua.

Honduras ha sido un país que nos ha sorprendido muy agradablemente; sus gentes se han mostrado amables en todo momento, serviciales y nos han obsequiado en varias ocasiones con muestras de ayuda desinteresada y sincera. Un trato realmente formidable, sin duda el mejor de los recibidos hasta el momento.
El paisaje conquista por su naturalidad, nada alterada por la acción del hombre. Hermosos i densos bosques donde los pinos se mezclan con plataneras, palmeras y otras especies propias de zonas tropicales, en perfecta harmonía.
Aldeas tradicionales de gentes sencillas que se alegran al ver una cara nueva y le regalan un saludo cordial y una sonrisa.
Un ambiente y un ritmo de vida auténtico, donde encuentras otros turistas, pero no del fenómeno "turismo de masa", sino viajeros que gustan de explorar más allá de los llamados "lugares de interés".
Unos servicios de calidad correcta, a un coste equilibrado, sin abusos ni excesos.

Con franqueza recomendamos de todo corazón descubrir Honduras, un país más bien olvidado, que mucho que ofrecer.

Después de casi hora y media de trámites, de pasear papeles de aquí para allá, de múltiples inspecciones, de una nueva fumigación (esta vez con gases venenosos en el interior de la caravana para prevenir el dengue) y sobretodo de pagar un buen número de dólares en concepto de esto y lo otro, entramos en Nicaragua por la frontera de Las Manos.

Nuestra primera parada, es de tipo técnico, es decir, para pasar simplemente la noche, puesto que se nos ha hecho muy tarde para intentar llegar hasta León. Hemos decidido hacerlo en una aldea llamada San Jacinto. De lo más auténtica : calles de tierra sin asfaltar, transitadas por vacas, cerdos, toros, caballos, gallinas, de todo y en cantidad, pero tranquila y de gentes buenas.
La parada y fonda es está vez al lado de un terreno de juego. Como nada más llegar nos han rodeado un grupo de niños curiosos, hemos aprovechado la ocasión brindada por el azar para organizar con ellos la fiesta de la piñata. Se han encargado de buscar una buena vara, hemos rellenado la piñata con dulces y caramelos y la hemos colgado de una portería de fútbol. Por turnos y con los ojos tapados han ido pasando uno a uno a golpear la piñata. Qué brutos!!! le arreaban unos porrazos que iban a desmontar la portería al completo. Al fin uno le ha dado el toque de gracia y se ha podido repartir los caramelos. Bueno, repartir equitativamente no mucho, pues un listillo ha arrancado literalmente la piñata y se ha apropiado de la mitad de su contenido. Al Ionchi no le ha gustado nada eso de que el homenajeado se haya quedado con la peor parte.
Después han acabado la tarde con un partido de fútbol de lo más animado. Ha sido genial !! Para Ion una bonita experiencia disfrutar de un buen rato de juegos con una docena de niños, desconocidos hasta entonces para él; no obstante sigue pensando que deberían de haberle tocado más chuches a él que a nadie, y es que lo primero es lo primero.

Llegamos a León que es una ciudad sin demasiados atractivos: la catedral, media docena de iglesias y un ambiente añejo que nos recuerda mucho a la  Vieja Habana; aunque sin mar, pero eso si, rodeada de volcanes, muy abundantes en Nicaragua.

Nicaragua tiene una geografía muy particular, pues existe una línea de volcanes paralela a la costa del Pacífico, aparecidos como consecuencia de la gran actividad sísmica y volcánica que afecta el país. La explicación la encontramos en las grandes fuerzas que se desatan del hecho que la placa de Los Cocos subyace bajo la placa del Caribe, sobre la cual se encuentra Nicaragua.

Sin duda los múltiples volcanes y lagunas cratéricas definen un entorno especial; en cierto modo me recuerda a los paisajes de la sabana africana.

En camino hemos parado brevemente para visitar los escasos centros de interés con que cuenta la capital nicaragüense, Managua. En realidad ha sido una completa pérdida de tiempo : una catedral en ruinas cerrada al público, una plaza sin ningún particular, un museo de historia y arqueología en huelga... en resumen nada de nada.

Eso si en el camino hacia la capital hemos topado con un control de la policía de tráfico cada 200 m. Y como no, en uno de ellos nos han intentado multar por un motivo imaginario, que ni el propio agente de policía llegaba a explicar con precisión. Después de casi suplicar que intercediera por nosotros ante su superior, supuestamente el responsable de querer multarnos, accedieron a dejarnos marchar sin sanción económica, no sin antes advertirnos que : "existen policías buenos y otros malos, que andáramos con mucha atención y precaución"... ahí queda eso, casi nada!!!
De nuevo nuestra buena estrella nos ha librado de un soborno injusto. ¿Qué nos deparará el futuro?

De todos modos resulta curioso como en todos los países de Centroamérica y México el uso del cinturón de seguridad es obligatorio; sin embargo, es muy frecuente ver pick-up cargados hasta la bandera de gente de pie en el remolque, por supuesto sin atar a ningún lado; otras veces camiones y furgonetas con montones de paquetes, cajas y materiales en general, sostenidos únicamente por una de las  manos del conductor y del acompañante que aparecen por la ventanilla. Sorprendente, no? Pero lo más sorprendente es que  todo esto pasa delante de la atenta mirada de los señores policías, que no consideran estos hechos como flagrantes atentados a las más elementales normas de seguridad vial e incluso al sentido común.
Me pregunto ¿qué pasaría si en uno de los múltiples controles de carretera, nos sorprendieran sin el cinturón puesto?

Nuestra próxima parada : el Parque Nacional Volcán Masaya.
El parque cuenta con una extensión de 50 km2 que incluye grandes coladas de lava vertida por dos volcanes y cinco cráteres; el volcán Masaya con sus cráteres el San Fernando y el San Juan, y el volcán Nindiri con sus cráteres San Santiago, San Pedro y Nindiri.
La verdad es que se trata de un área de alta actividad volcánica y por tanto la exploración de la misma está muy limitada a determinadas zonas bien precisas y controladas por los guardabosques.
El cráter San Fernando, ya extinto, se puede visitar y rodearlo a través de un difícil sendero que resigue la cresta del mismo. Hemos hecho la excursión bajo un calor extenuante, a pesar de que en la cresta el viento soplaba fuerte y resultaba algo peligroso marchar. En el fondo del cráter un bosque ha crecido y resulta raro imaginar que un día expulsó gran cantidad de lava.
El cráter del San Sebastian está en plena actividad y expulsa gran cantidad de gases nocivos. Se puede observar desde la cresta del mismo, pero la visibilidad es prácticamente nula y el tiempo de exposición máximo es de cinco minutos, trascurridos los cuales los guardabosques te invitan a marcharte.
Se propone una excursión nocturna al mismo lugar, para intentar ver el resplandor de la incandescencia de la lava del interior del cráter aprovechando la oscuridad. No obstante la densidad de gases a menudo no lo hace posible, y además según la dirección del viento, dichos gases se dirigen directamente al mirador haciendo imposible permanecer en el lugar.
Teniendo en cuenta estas premisas y la edad de Ion hemos desistido hacer dicha excursión, pues resulta peligrosa.

Después viajamos hasta la ciudad de Masaya, sin ningún particular. Visitamos el Mercado Viejo donde se exponen artesanías, nada interesantes pues en realidad es un batiburrillo de productos de escasa calidad procedentes de otros países centroamericanos y de México.

Continuamos camino hasta Santa Catarina, un pequeño pueblo, cuyo único interés es un mirador desde donde se disfrutan de unas vistas excelentes a la Laguna de Apoyo, un lago natural cratérico, de agua semisalobre.
Decidimos descender por las escabrosas laderas para darnos un bañito. La carretera de acceso es una amargura y cuando por fin llegamos a la laguna, no encontrábamos donde aparcar ni por casualidad, pues era domingo y todos los lugareños han tenido la misma idea que nosotros. Después de insistir dejamos nuestra Cabrania medio bien parqueada y nos vamos al "charco".
Las orillas están algo asquerosillas, con basura y desechos de por todos lados; los chiringuitos, bares y restaurantes, que proliferan como las setas, con la música a todo meter... en fin que el remojón no ha sido nada del otro mundo.

Rumbo a Granada, la mejor y más antigua ciudad colonial de Nicaragua, situada a la orilla del lago Nicaragua, el de mayor tamaño del país.

Como no podía ser de otro modo, al igual que su homónima española, Granada es una tranquila ciudad al más puro estilo colonial, de hermosas casas solariegas bien conservadas; resulta hermosa y ofrece buenos paseos al viajero que desee explorarla.
Una gran plaza, animada, arboleada, refrescante, sirve de punto de partida para visitar la catedral, el ayuntamiento y algunas iglesias situadas en los alrededores, como la de La Merced, el antiguo convento Franciscano y Nuestra Señora de Guadalupe.
Por el resto callejear por sus amplias calles, bordeadas de casas encaladas con vivos colores y con lindos tejados de tejas.
Darse una vuelta por el malecón, para que la brisa del lago te alivie de las altas temperaturas, también puede ser una buena alternativa a última hora de la tarde.  

Granada es sin lugar a dudas, la ciudad más hermosa de Nicaragua, de obligada visita.

Rumbo al pueblo de San Jorge, también a la orilla del lago Nicaragua, desde donde parte el ferry con destino a la isla de Ometepé, en el centro del lago.
Ometepé no es más que una isla formada por dos volcanes : el Maderas,  dormido, y el Concepción, activo.
Por la mañana, temprano, desde la orilla se tienen unas vistas muy impresionantes de ambos volcanes; el Concepción, desafiante, humea constantemente.
No viajamos a la isla, pues el único interés en hacerlo seria escalar el volcán Maderas, opción poco aconsejable con nuestro Ionchi.

Esa misma noche, mientras pasamos la noche en la playa, nos hemos reencontrado con una pareja de jóvenes franceses que ya conocimos en Antigua (Guatemala). Lamentablemente nos han informado que en el transcurso de los últimos 10 días, les han entrado a robar en su caravana 3 veces consecutivas en lugares distintos. Están abatidos, pues les han quitado todo, salvo los documentos.
Su relato y su malestar nos ha dejado muy mal cuerpo. Una vez más, impera la máxima que cabe extremar las precauciones.
Aunque, hay que decir, que en dos de los lugares donde les han robado se supone que eran seguros. Uno de ellos era el parking del Parque Nacional Volcán Masaya mientras visitaban el museo, el otro en un parking guardado, con seguridad, mientras visitaban la isla de Ometepé.
Cada vez estoy más convencida de que el término SEGURIDAD, no existe más que en tu mente, que es tan relativo que resulta difícil controlarlo.

Con la mala experiencia de nuestros compañeros, decidimos poner punto y final a nuestra estancia en Nicaragua, que no ha sido muy gratificante en general.
No es un país que recomendaría, pues en mi opinión carece de grandes atractivos.
Las gentes no han sido especialmente amables o acogedoras, salvo casos muy concretos.

Eso si, a su favor hay que decir que cuentan con las mejores carreteras con las que no hemos encontrado desde que dejamos USA.

 
 
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